martes, 26 de febrero de 2013

Tosca en la ciudad del cierzo.







    La ópera no cuenta con muchos aliados en nuestra generación. Sigue considerándose un entretenimiento snob y demasiado caro, y muchos están convencidos -sin fundamento- de que se trata de un auténtico coñazo. Yo tengo una teoría para encontrar potenciales fanáticos de la ópera, bastante peregrina pero que hasta el momento se mantiene con bastante dignidad en la práctica: si te gustan los westerns o las películas bélicas, te dejan con la boca abierta las imágenes de cascadas, volcanes y catástrofes naturales varias de los programas de la 2, y la celebración de los goles se te va de las manos, vas a ser un gran fan de la ópera, aunque aún no lo sepas. Aún diría más, si te va el hardcore, Minor threat, Black Flag etcétera, es bastante probable que puedas acabar cogiéndole el gustillo a este arte a caballo entre la música y el teatro. Esta opinión puede parecer un auténtico desvarío, pero hay que tener en cuenta que en todos estos casos de lo que estamos hablando  es de intensidad, de emoción, de vacío repentino en la boca del estómago, de épica al fin y al cabo, y éstos son precisamente los ingredientes de la ópera. 

    Para aquellos que decidan probar esta experiencia, hay que añadir que la imagen trasnochada de un público engalanado y bañado en perfume no puede resultar hoy más absurda. Las tres veces que he tenido la suerte de acudir a una ópera en el principal, he ido la mar de elegante en vaqueros y deportivas, y hasta carpeta y bloc en mano al ir directamente desde la biblioteca. En Zaragoza una función no suele tener un precio muy elevado, ya que no podemos comparar las virtudes de nuestro pequeño Teatro principal con las de los teatros de Madrid o Barcelona. Los precios para la próxima representación de Tosca, que se dará en el Principal el 14 de Marzo a las 20´30, oscilan entre los 6 y los 36 euros. Si uno está dispuesto a dejarse perras, hay que decir que ver una ópera en la primera fila de butacas es una cosa que no tiene parangón; tiemblan los asientos, el resto del público se convierte en una mancha borrosa y la soprano parece cantar ex-profeso para ti.

  Tosca -de Puccini- es una muy buena opción para un primer contacto con la ópera. La historia de Sardou, adaptada al libreto operístico por Illica y Giacosa, nos habla de un pintor republicano  muy comprometido con su causa que tiene una novieta un tanto celosa, Tosca, y de Scarpia, un hombre muy corrupto y muy malvado -a la sazón jefe de polícia- que quiere acabar con Mario -el pintor- para quedarse con su chica (quien dice "quedarse" dice "tirársela un par de veces y no volver a mandarle un guasap jamás de los jamases, no digamos ya un mensaje). La acción transcurre en Roma, el 14 de junio de 1800, cuando Napoleón vence a Austria en la batalla de Marengo. Me parece innecesario contar nada más, ya que es mejor acudir sin expectativas concretas. Tal y como yo lo veo, la obra refleja la transformación de una mujer -inicialmente bastante frívola y caprichosa, inmersa en un mundo de novela rosa- ante la oscura realidad que no tendrá otro remedio que descubrir debido a la hipocresía, crueldad e indolencia absoluta de la clase dirigente, representada por Scarpia.

 Os dejo aquí un pequeño fragmento de mi parte favorita de Tosca, el muy conocido "Te Deum",  protagonizado por el malísimo Scarpia, en esta ocasión con Zubin Mehta como director.  En esta escena, el policía confiesa su deseo de llevar a Mario a la muerte para poder hacerse con Tosca. Al interior de la Iglesia de San Andrés, arropado por el canto de los devotos, Scarpia grita (canta) que Tosca -las ganas de tirársela, se entiende- le hace olvidar a Dios. 

....Atención a los subtítulos... ¡Espero que os pique la curiosidad!









domingo, 24 de febrero de 2013

Domingo y cadáveres exquisitos.



   El domingo es un día casero por excelencia, ya sea debido a la reclusión forzosa a la que empuja la resaca, a la gran mayoría de locales cerrados o a la depresión galopante que causa la cada vez más próxima llegada del lunes. Lo usual es reservar la mañanita para remolonear, vomitar o cagarse en todo -en su acepción más literal- pero la tarde es un buen momento para reunirse en una casa, a salvo del hostil cierzo y las familias domingueras de punta en blanco. 

   Un plan la mar de majo para una tarde de domingo con amigos es la realización de un "cadáver exquisito". Consiste en asesinar al más débil del grupo y acto seguido cubrirlo con cosas deliciosas arbitrarias, como mermelada de arándanos, champán, chocolate fundido...    Já! ¿Sobresaltado?
Lo cierto es que el nombre de Cadáver exquisito hace referencia a un juego inventado por los surrealistas en la década de los años 20.  Consiste en construir una frase o una imagen de forma colectiva, de manera que el resultado no pueda responder a la lógica y los preceptos del cerebro humano. Así dicho no parece un plan mejor que lo de untar al amigo muerto con exquisiteces, pero lo cierto es que realizar un cadáver exquisito entre varios amigos es muy entretenido y además tiene premio. El cadáver que yo os propongo llevar a cabo es una imagen colectiva -el número ideal de personas a participar son tres, pero el juego es adaptable a muchas más- para lo que tan sólo se necesita pintura -rotuladores, lápices de madera etc, mejor técnicas no húmedas para no tener que esperar al secado- y papel, preferentemente tamaño DinA3. 

   El juego consiste en doblar el papel en 3 partes horizontalmente, de manera que la primera persona en dibujar sólo tenga como lienzo un tercio del papel. Si el cadáver exquisito va a ser antropomorfo -como en este caso- es mejor contar con las proporciones previamente, y hacer las dos partes superiores algo más cortas que la inferior, que correspondería a las piernas. Para que nadie se aburra mientras otro dibuja, lo mejor es que se empiecen tantos "cadáveres" como personas participen, de forma que todos estemos ocupados y tengamos algo que llevarnos al finalizar el juego.


Cada persona, con su dina3 plegado en tres partes, dibujaría en su "lienzo" la parte superior de un cuerpo, la cabeza y el cuello, o incluso los hombros. Es muy importante que nadie vea lo que estamos dibujando, para que no se vean condicionados por nuestro trocito de cadáver. Una vez hayamos concluido la cabeza y los hombros, debemos pasarlo a la siguiente persona boca abajo, es decir, mostrando la parte donde irá el tronco y los brazos. Para que el próximo participante sepa dónde empezar a dibujar la parte de los hombros, el anterior debe realizar unas pequeñas marcas de guía en el espacio siguiente, como en el dibujo que veis a continuación. Podemos informar de si hemos concluido el dibujo con el cuello o con los hombros, para evitar cagadas varias.



   Una vez concluido el tronco, el siguiente participante pasaría de nuevo el papel al último, para que éste realizara las piernas. Aunque la estructura sea antropomorfa para que la ejecución resulte más sencilla, la gracia está en usar la imaginación y añadir elementos originales, colorear los fondos etc. Cada grupo decide cuánto tiempo e ingenio va a dedicar a su cadáver! 

  Finalizado el juego, habremos echado la tarde y tendremos varios dibujos de gran tamaño creados entre todos, una tontería que sólo precisa de un marco del chino y una escarpia para convertirse en un recuerdo de lo más molón que colgar en nuestra sala del estar (dependiendo del talento de nuestros amigos, tal vez en el baño). En todo caso, una manera de pasar el domingo -o cualquier día casero- barata y productiva, y con un poco de suerte, bastante graciosa.



Cadáver de Breton (creo que realizado tan sólo por él, muy onanista la cosa)



Cadáver "Strange girl" de los artistas Bernard Dumaine y Roberto Morales.



Cadáver la mar de surrealista a manos de Man Ray, Joan Miró, Max Morise, Yves Tanguy.


Para quiénes se lo estén preguntando, el nombre de cadáver exquisito se debe a la mezcla de palabras que inauguró este invento surrealista en su versión linguística (parece ser que por obra de Breton y Tzara) cuyo resultado fue "Le cadavre - exquis - boira - le vin - nouveau".


viernes, 22 de febrero de 2013

Sweet Friday



Hoy Viernes 22 de Febrero tenemos la oportunidad de llevar a cabo una ruta de lo más encantadora por la zona vieja de Zaragoza, perfecta para acudir con esa mejor amiga eterna que todas tenemos, y si eres particularmente afortunada, con varias de ellas.

A las 20,00 h; en la galería de Arte Lasala -situada en la C/Las armas 78- se inaugura la exposición de grabados y esculturas de Iria Rodríguez "Viajes extraordinarios".   Personalmente, estoy más que harta del rollo de animales con cabeza humana, humanos con cabeza de animal, guiños a Alicia en el país de las maravillas y parajitos, ciervos y ponys por doquier. No sé si es culpa de Mark Ryden o de la bisutería de H&M, pero toda fórmula tiene un límite, incluso cuando funciona bien. Sin embargo, la esencia de la obra de la gallega parece haberse impuesto a sus propios motivos estéticos, y respira una modernidad puramente teenager que la llena de frescura y evoca a Phoebe Gloeckner y las estampas sadomasoquistas de  la colección "Ilustradores del dolor". No es la clase de exposición que uno deba perderse, y si queda enamorado, siempre puede preguntar por la adquisición de uno de los grabados seriados, que obviamente resulta más económica que la de una obra original. 

A la misma hora, en Mù Restauración, situada en el número 68 de la misma calle, se dará a conocer la colección "Thaw" de Mujer-ciervo (qué casualidad ¡otro ciervo!) que resultará muy interesante a diseñadores varios, ya que las obras de la artista -también gallega- irían que ni pintadas en una camiseta de algodón blanco, en la portada de un vinilo -de Grabba grabba tape, por ejemplo- o como motivo de carteles y fliers para conciertos.

En suma, dos exposiciones femeninas que tenemos la suerte de albergar en dos de los espacios más interesantes y prolíficos de la renovada calle las Armas.

Para concluir, me decantaría por dar un paseíllo hasta la zona de la Magdalena -unos 15 minutos- y acabar en el Barrio Sur, al ladico de la Plaza San Carlos. Allí una puede terminar -o continuar- la velada de la manera más acorde a las exposiciones previas, con un baratito y enooorme pedazo de tarta casera -en su versión de queso con arándanos o chocolate con almíbar- acompañado de un chato de vino blanco o uno de los cócteles de la carta, algo pequeños y estrafalariamente mezclados, pero cuyo precio -3'50- hace que sepan a gloria pura.










Imágenes: Diversas obras de Iria Rodríguez, exceptuando las dos últimas, que corresponden a la exposición "Thaw" de Mujer-ciervo.

miércoles, 20 de febrero de 2013

Una noche japonesa.



  La falta de perras hace sin duda su mella en nuestros ratitos de ocio. Salir es caro, y Salir con mayúsculas es carííísimo. Entregarse al alcohol y otros vicios varios, ir al cine, a un concierto o a una discoteca maja son cosas que muchos tenemos que pensarnos dos veces, y no hablemos ya de acudir a la ópera o al teatro y volver a casa en taxi, lujos que ya no entran en el vocabulario de muchos. 

  Siempre tenemos la opción de quedarnos en casa, algo por lo que bastantes optamos, plantarnos delante de la tele y tragarnos un programa detrás de otro como si no hubiera un mañana. Sin embargo, no abandonar el hogar no tiene porque estar reñido con tener una noche original y estimulante (y no, este post no va de movidas sexuales difíciles de pronunciar). Los japoneses de hecho tienen un curioso concepto de la belleza y la felicidad, que saben encontrar en los detalles y en la vida cotidiana en general, algo en lo que los occidentales estamos de lo más pez. Lo cierto es que, con poquitos recursos y un poco de imaginación, podemos pasar una velada la mar de rica. Yo siempre he sido muy fan de las noches temáticas -aquello de ver westerns con sombrero de cowboy y ponerse hasta el culo de mole poblano, por ejemplo- así que hoy os  voy a proponer una al estilo Japonés, sencilla y barata pero que puede salir muy bien si se tiene buena compañía (y si se dispone de un cable de conexión del ordenador al televisor, la cosa ya será miel sobre hojuelas).


  Para empezar, hay muy buenas películas japonesas que entretendrán a cualquiera, desde los 7 samurais a Battle Royale o El viaje de Chihiro. Sin embargo voy a recomendar una que es menos conocida -o menos popular en este momento- y que sin embargo es uno de los mayores clásicos de la historia del cine; SEPPUKU. La película, del 62,  está dirigida por Masaki Kobayashi y se ambienta en una época -inicios del SXVII- en la cual los samuráis habían caído en desgracia, ya que la paz y la disolución de los clanes los había dejado "parados", y se dedicaban a vagar tratando de conseguir trabajo y comida aquí y allá. No diré más porque sería estropear la película, sólo añadir que la trama gira en torno al seppuku (aquí erróneamente llamado Harakiri), el ritual de suicidio Japonés al que se recurría para evitar ser capturado por el enemigo o lavar el deshonor, así como para cumplir la pena capital, para lo cual el Estado otorgaba unos días, en los cuales el condenado había de practicarse el seppuku a fin de evitar morir decapitado por un verdugo, algo muy indigno. No asustarse aquellos no familiarizados con el cine japonés y el blanco y negro, es una obra muy entretenida que engancha desde el primer momento. Lo mejor es que está enterita en youtube, así que no hace falta alquilarla ni descargarla, ni buscar el enlace correcto entre los mil caducados o rotos que suelen ofrecer películasyonkis o cuevana. (Os dejo aquí el enlace http://www.youtube.com/watch?v=l6_x6DqFIl4)

  Ahora que tenemos ya la película, podemos pasar a planear el menú. La gastronomía japonesa es mundialmente famosa por el sushi (especialmente los rollitos o makizushi), el cual me deja bastante fría debo reconocer. Sin embargo, para aquellos que quieran probarlo, lo tenemos ya preparado  y congelado en la marca findus (el paquete vale unos 6 euros y tiene rollitos de sushi de pepino y queso y de salmón), aunque siempre podemos optar por comprar salsa de soja, arroz para sushi, alga nori y pepino, aguacate o lo que creamos oportuno para el relleno, y prepararlo nosotros mismos. Aquí hay una receta muy sencilla de sushi vegetariano (http://www.directoalpaladar.com/recetas-de-arroces/receta-de-sushi-de-verduras), aunque para mi gusto el plato estilo japonés más resultón es la tempura, que suelo combinar con arroz. Hay una tempura precocinada buenísima lista para freír de la marca Ta tung (http://www.ta-tung.com/Tempura_de_Verduras.html) muy barata, que puede comprarse en supermercados como Alcampo. Además la marca Maheso la vende en bolsa, congelada, y aunque no la he probado, me han dicho que está muy rica. Para acompañar la tempura, arroz blanco y trocitos de tofu -o pollo en caso carnívoro- macerados en un poco de soja y con zanahoria, cebolla  y pimiento verde picado, por ejemplo, es más que suficiente. Si queremos añadir un pequeño postre, podemos acercarnos al supermercado Chino de gran vía (vale sí, chino, no japonés, pero una pastita con un kanji en el envoltorio queda fetén de todas formas) y comprar alguna tontería.


  En cuanto a la decoración, los ahorradores podemos dibujar en un mantel de papel blanco algún kanji (¡con gracia!) e incluso hacer una ornamentación para colgar muy sencilla y resultona. Por ejemplo, es muy fácil hacer guirnaldas con platos de papel o cartulina -recortada en forma redonda- a lo cual podemos añadir un motivo japonés con rotulador negro (un kanji me sigue pareciendo lo más sencillo, ten en cuenta que aunque trates de poner "belleza" y te salga "prostituta enganchada al crack" nadie se dará cuenta). La cosa está en dibujar encima de los platos o la cartulina por ambas caras y unir las distintas piezas mediante un hilo de pescar, acordándonos de hacer un nudito cada vez que pasemos una de ellas, para que no se muevan ni se acumulen en el centro. Con esta menudencia ya podemos darnos por satisfechos, pero en caso de que no nos importe gastarnos más dinero, o queramos preparar una noche más especial, en Butlers (Aragonia) venden cuencos de estilo japonés muy llamativos y a un precio muy económico. Aquí podéis ver lo bonicos que son (http://www.butlers.es/YUMYUM-Cuenco-de-flores-azul-con-palillos/10189959,es,pd.html). Como colofón, una botellita de Sake o cerveza Kiri Ichiban de importación pueden adquirirse en el Corte Inglés.

¡Feliz noche a la japonesa!








 Imágenes: Portada filme Seppuku.
                  Kanji Gato.
                  Kanji Amor.


martes, 19 de febrero de 2013

EL SABOR DE LA INDIA.



   Salir a cenar en Zaragoza y quedarse satisfecho no es difícil, pero lo cierto es que de restaurantes exóticos estamos más bien poco surtidos. Contamos con algunos mejicanos, asiáticos, el famoso Mangrullo argentino -que una no ha pisado porque no prueba la carne- la taberna Lusitana, y por supuesto, una inmensa proliferación de italianos muy frecuentados, perfectos para cenas de curro, familias con críos y grupos grandes, por aquello de que a toda persona con papilas gustativas le cae bien una pizza.

   Sin embargo, tenemos tan sólo un restaurante indio en toda la ciudad, El Sabor de la India, situado en la zona de la Romareda. Siempre he sido muy fan de la comida india, las especias y los arroces estilo basmati, por lo que he procurado visitar todos los restaurantes indios que he podido, desde el  pequeño Bombay madrileño al excesivamente fashion -aunque delicioso- Kama Lounge de Barcelona, pasando por los innumerables y casi siempre baratos indios del barrio londinense Brick Lane. La única opción Zaragozana para probar la comida india está entre mis favoritas. Se trata de un restaurante de tamaño bastante majo, bien situado, con una amplia carta y variados menús al mediodía.

   La primera vez que acudí fue hace ya unos 10 años, y supuso el inicio de mi historia de amor con el curry y los naan. En mi opinión es mejor comer de carta que de menú, aunque es algo más caro. Hay que reconocer que no es un restaurante barato -los platos principales oscilan los 10 euros y lo entrantes los 5- pero tampoco es excesivo, y es casi imposible quedarse con apetito. 

   Para empezar, uno tiene que decidir cuánto hambre tiene antes de pedir, según lo cual podemos optar por diversas combinaciones. Lo más adecuado cuando uno acude en pareja sería empezar por un entrante para compartir, seguido de un arroz basmati y un naan (el típico pan indio con forma de torta,  que puede estar relleno de carne, queso o verduras, aunque dada la abundancia de sabor y condimento en la propia comida, lo usual es pedir el sencillo) así como un segundo plato por cabeza, que será mezclado con mitad del arroz y degustado con el naan. En caso de ser gente de estómago pedigüeño, podemos añadir un mayor número de entrantes, que son muy variados y en su mayoría la mar de ricos. Mi favorito -cuando consumía carne- era el Sheek kebab, un plato con dos salchichas de carne adobada, nada grasas, acompañadas de una ensalada con cebolla y una salsa rosa de frutas y verduras muy fresquita que está de muerte. Además son deliciosas las onion bhaji (tortitas de cebolla y lentejas fritas en abundante aceite), las samosas (empanadillas de veduras muy especiadas), y el llamado Chana chat putty, para los amantes del picante, que consiste en una mezcla de garbanzos con pimiento verde.

   Los segundos se dividen en varias secciones, los hay en fuentes candentes, más "ligeros", y en cazuelas con abundante salsa, los cuales son en mi opinión los más representativos del restaurante, y suelen estar buenísimos. Los hay a base de pollo, cordero, gambas o verduras. Es muy apreciado el Tikka massala de pollo, muy sabroso y de intenso color rojo, así como el Pasanda, más dulce y nada picante. Mi debilidad era el Korma, aderezado con almendras picadas, pero ahora me limito a los platos vegetarianos. De éstos son todos riquísimos, aunque si tuviera que elegir me quedaría con el Malai kofta. Se trata de un plato con cuatro bolas de verduras y patata casi sumergidas en una salsa más bien dulce, que algunos podrían encontrar un tanto empalagosa. Si se prefiere optar por la variedad, uno  puede decantarse por la degustación de todos los entrantes vegetarianos, una experiencia que aún tengo pendiente. Hay que añadir que si uno no es fan del picante, habrá de mantenerse alejado de cualquier plato que contenga la palabra madras, vindaloo o jalfresi.

  Los postres no son lo mejor de la carta (entre ellos hallamos tarta de cardamomo, zanahoria, helado de mango y lassi, si no recuerdo mal) pero siempre se puede hacer una pequeña triquiñuela y pedir un naan de almendras como final del menú. Se trata de un pan relleno de frutos secos machacados y azúcar, muy dulce y que merece la pena probar, pero que como acompañante del segundo plato resultaría demasiado contundente.

  En cuanto a las bebidas, la carta incluye vinos y cervezas nacionales, aunque la opción india, la Cobra, es recomendable, siempre que nos gusten las cervezas suavecitas.

  Finalmente, tengo que decir que éste no es un restaurante apropiado para grupos muy grandes. La última vez que acudí fuimos unas 20 personas, y lo cierto es que los que no pedimos entrantes tuvimos que esperar muchísimo rato para empezar a comer. Tal vez la solución sería que todos los comensales encargasen un entrante o dos por cabeza y un segundo para compartir, de manera que la comida fuera más escalonada.





El sabor de la india.
Paseo de Fernando El Católico 66.
976567952