martes, 19 de febrero de 2013

EL SABOR DE LA INDIA.



   Salir a cenar en Zaragoza y quedarse satisfecho no es difícil, pero lo cierto es que de restaurantes exóticos estamos más bien poco surtidos. Contamos con algunos mejicanos, asiáticos, el famoso Mangrullo argentino -que una no ha pisado porque no prueba la carne- la taberna Lusitana, y por supuesto, una inmensa proliferación de italianos muy frecuentados, perfectos para cenas de curro, familias con críos y grupos grandes, por aquello de que a toda persona con papilas gustativas le cae bien una pizza.

   Sin embargo, tenemos tan sólo un restaurante indio en toda la ciudad, El Sabor de la India, situado en la zona de la Romareda. Siempre he sido muy fan de la comida india, las especias y los arroces estilo basmati, por lo que he procurado visitar todos los restaurantes indios que he podido, desde el  pequeño Bombay madrileño al excesivamente fashion -aunque delicioso- Kama Lounge de Barcelona, pasando por los innumerables y casi siempre baratos indios del barrio londinense Brick Lane. La única opción Zaragozana para probar la comida india está entre mis favoritas. Se trata de un restaurante de tamaño bastante majo, bien situado, con una amplia carta y variados menús al mediodía.

   La primera vez que acudí fue hace ya unos 10 años, y supuso el inicio de mi historia de amor con el curry y los naan. En mi opinión es mejor comer de carta que de menú, aunque es algo más caro. Hay que reconocer que no es un restaurante barato -los platos principales oscilan los 10 euros y lo entrantes los 5- pero tampoco es excesivo, y es casi imposible quedarse con apetito. 

   Para empezar, uno tiene que decidir cuánto hambre tiene antes de pedir, según lo cual podemos optar por diversas combinaciones. Lo más adecuado cuando uno acude en pareja sería empezar por un entrante para compartir, seguido de un arroz basmati y un naan (el típico pan indio con forma de torta,  que puede estar relleno de carne, queso o verduras, aunque dada la abundancia de sabor y condimento en la propia comida, lo usual es pedir el sencillo) así como un segundo plato por cabeza, que será mezclado con mitad del arroz y degustado con el naan. En caso de ser gente de estómago pedigüeño, podemos añadir un mayor número de entrantes, que son muy variados y en su mayoría la mar de ricos. Mi favorito -cuando consumía carne- era el Sheek kebab, un plato con dos salchichas de carne adobada, nada grasas, acompañadas de una ensalada con cebolla y una salsa rosa de frutas y verduras muy fresquita que está de muerte. Además son deliciosas las onion bhaji (tortitas de cebolla y lentejas fritas en abundante aceite), las samosas (empanadillas de veduras muy especiadas), y el llamado Chana chat putty, para los amantes del picante, que consiste en una mezcla de garbanzos con pimiento verde.

   Los segundos se dividen en varias secciones, los hay en fuentes candentes, más "ligeros", y en cazuelas con abundante salsa, los cuales son en mi opinión los más representativos del restaurante, y suelen estar buenísimos. Los hay a base de pollo, cordero, gambas o verduras. Es muy apreciado el Tikka massala de pollo, muy sabroso y de intenso color rojo, así como el Pasanda, más dulce y nada picante. Mi debilidad era el Korma, aderezado con almendras picadas, pero ahora me limito a los platos vegetarianos. De éstos son todos riquísimos, aunque si tuviera que elegir me quedaría con el Malai kofta. Se trata de un plato con cuatro bolas de verduras y patata casi sumergidas en una salsa más bien dulce, que algunos podrían encontrar un tanto empalagosa. Si se prefiere optar por la variedad, uno  puede decantarse por la degustación de todos los entrantes vegetarianos, una experiencia que aún tengo pendiente. Hay que añadir que si uno no es fan del picante, habrá de mantenerse alejado de cualquier plato que contenga la palabra madras, vindaloo o jalfresi.

  Los postres no son lo mejor de la carta (entre ellos hallamos tarta de cardamomo, zanahoria, helado de mango y lassi, si no recuerdo mal) pero siempre se puede hacer una pequeña triquiñuela y pedir un naan de almendras como final del menú. Se trata de un pan relleno de frutos secos machacados y azúcar, muy dulce y que merece la pena probar, pero que como acompañante del segundo plato resultaría demasiado contundente.

  En cuanto a las bebidas, la carta incluye vinos y cervezas nacionales, aunque la opción india, la Cobra, es recomendable, siempre que nos gusten las cervezas suavecitas.

  Finalmente, tengo que decir que éste no es un restaurante apropiado para grupos muy grandes. La última vez que acudí fuimos unas 20 personas, y lo cierto es que los que no pedimos entrantes tuvimos que esperar muchísimo rato para empezar a comer. Tal vez la solución sería que todos los comensales encargasen un entrante o dos por cabeza y un segundo para compartir, de manera que la comida fuera más escalonada.





El sabor de la india.
Paseo de Fernando El Católico 66.
976567952

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